El acto de presentación de la novela La casa del Canónigo, de la escritora Carmen Sabater Rex, tiene lugar el jueves 15 de junio, a las 19.30 horas, en la Biblioteca Salvador García Aguilar (en Avenida del Chorrico, nº 44, en Molina de Segura). Acompaña a la autora Luis García Mondéjar.
Carmen Sabater Rex nació en Molina de Segura, donde cursa la carrera de Magisterio, que ejercerá durante cuarenta años por toda la geografía española. Se especializó en Lengua y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia y, posteriormente, obtuvo el título de Pedagogía Terapéutica en la Universidad Complutense de Madrid. En todo este período formó parte de grupos de teatro, que, junto con la enseñanza y la escritura, han sido parte importante de su vocación. En la actualidad dirige y actúa en el grupo teatral valenciano de su fundación, Campanilles teatre con fines benéficos.
Es autora de varios relatos y tiene publicada una trilogía de poesía infantil, Poesía boba para aprender. El ayuntamiento de su pueblo natal, Molina de Segura, publicó un libro donde recopiló historias cotidianas de su infancia y juventud, Molina es mi pueblo, así como la novela costumbrista La casa del Canónigo, donde plasma detenidamente el ambiente de la huerta “que fue” de su infancia. Su novela, con el portátil a cuestas juvenil y de humor, está dedicada a las primeras ilusiones amorosas y a mostrar en recorrido turístico parte de la costa mediterránea desde Valencia hasta el Estrecho.
La novela que presenta es una reedición de La Casa del Canónigo, agotada en su día. Se inicia cuando la vivienda señorial de las hermanas Sabina y Mariana –Nana para los más allegados–, situada a las afueras de Murcia, sufre un derrumbamiento. Parte de los costosos enseres de un ajuar cargado de recuerdos y lujosa tradición, quedan sepultados junto al empaque y categoría familiar de rancio abolengo venida a menos. Las hermanas abrazan desde la resignación un porvenir bien distinto al que deseaban para la joven huérfana Consuelito, hija única de Nana, y en plena edad para alternar en la exigente sociedad murciana de la época, aceptando en plena huerta de Molina de Segura, una casa que les cede el arzobispado temporalmente y en duras condiciones.
Estas circunstancias han de marcar unas vidas cargadas de sacrificios, pero desde una camaradería y superación dignos de admirar entre todos los moradores que han de convivir bajo el mismo techo. Los lugares que se describen son fácilmente reconocibles, así como las mansiones que se mencionan –alguna ya desaparecida–, y también se pueden identificar algunos de los protagonistas que se presentan en la narración por hechos que dan encanto a la historia. Lo que nunca se notó era que las sufridas propietarias habían bajado el listón de su categoría económica. Sus caridades espaciadas y sus ropas anticuadas y reformadas fueron alguna de las cosas a las que tuvieron que acostumbrarse. Y aferrarse al humor como sabio recurso para no decaer.