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‘Sin parabenos, colorantes ni aceites minerales’. Vemos estas palabras impresas ya en las etiquetas de infinidad de productos cosméticos que resultan ser más saludables y nada nocivos para nuestro organismo. Hasta hace pocos años no sabíamos qué eran estas sustancias que hoy intentamos desterrar de nuestro tocador y de nuestro cuerpo, aunque antes las consumíamos de manera involuntaria sin conocer sus efectos.

Los parabenos son unos conservantes muy habituales en los cosméticos, normalmente añadidos en combinación con otros tipos de conservantes, están presentes en el maquillaje, las cremas hidratantes, gamas capilares, productos de afeitado… Los podemos identificar perfectamente en la etiqueta por sus nombres, generalmente en inglés: methylparaben, propylparaben, butylparaben o benzylparaben. La concentración habitual de estos parabenos suele ser del 0,01 al 0,3%.

Fenol-Fenil, el otro conservante

Junto con los parabenos, el fenol-fenil es otro de los conservantes más habituales en la cosmética. Son alcoholes derivados del benceno que podemos encontrar en las etiquetas como phenolphthalei y chlorophenol. Están presentes en las lacas del pelo, por ejemplo. Pueden afectar al sistema nervioso, al hígado, al corazón, al riñón y a la piel.

El aluminio, habitual en los desodorantes

La guerra contra este metal está ya más que declarada en los desodorantes. Cada vez menos de ellos lo contienen, y es que además la forma de aluminio que se suele incorporar en estos productos es la más peligrosa, el clorhidrato de aluminio. Según el CSIC, su uso está cada vez más relacionado con el cáncer de mama, e incluso hay estudios que demuestran que altera el ADN.

Los colorantes, el tono artificial                 

Muchas veces el color rosa de esa crema no tiene nada que ver con sus ingredientes activos sino con el colorante. Se utilizan en todo tipo de productos y los podemos encontrar con distintas denominaciones como acetanilin, HC orange, acid red o pigment. El CSIC constata que entre sus efectos nocivos puede estar la alteración del ADN o el cáncer.

Aceites minerales, la falsa hidratación

Son derivados del petróleo que sirven como conservantes y para aportar esa apariencia cremosa en los cosméticos. Aportan sensación de hidratación porque cubren la piel tapando los poros, pero la realidad es que absorben la propia humedad cutánea y a la larga terminan resecando. La sensación de hidratación es falsa, y solo mientras tengamos el producto sobre la piel. Pueden producir acné, alergias, sequedad e irritación. Los podemos encontrar en infinidad de cremas, para niños y adultos, con el nombre de mineral oil, paraffinum o petrolatum.

Cada vez más firmas cosméticas prescinden de éstos y otros químicos, por eso deberíamos investigar las opciones más naturales y recomendables para la salud.  

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