Artículo realizado por Ismael Martínez Cánovas y Virginia Martí Bravo, con la colaboración especial de Juan Manuel Navarro Martínez.
Los meses fríos son una ocasión perfecta para desconectar en un entorno natural. El mejor plan de invierno es poder disfrutar lugares rurales con encanto y con paisajes nevados, así que descubrir nuevos sitios en esta época del año puede ser una experiencia única y diferente. Si aún no tenéis en mente algún plan para este invierno, os vamos a dar algunas ideas que seguro que os van a interesar.
En esta época os recomendamos hacer turismo rural por las diferentes pedanías de Caravaca de la Cruz. La temporada invernal de esta zona nos ofrece unos entornos de paisajes únicos en plena naturaleza.
En concreto, en esta ocasión vistamos La Junquera, El Moralejo y La Capellanía. La pedanía de La Junquera se encuentra en el suroeste del municipio de Caravaca de la Cruz, a unos 40 kilómetros, limitando con las provincias de Granada y Almería. Se llega a esta pedanía desde la ciudad de Caravaca de la Cruz siguiendo la carretera C-330 dirección a La Puebla y tomando el desvío hacia El Moralejo, a unos 28 kilómetros.
Allí podremos encontrar los antiguos caseríos despoblados de La Junquera, que se encuentran a una altitud de 1.100 metros, mientras que en El Moralejo, que tiene anexado el Moralejo de Arriba, está a 1.020 metros.
¿Qué ver?
La Iglesia. El Moralejo cuenta con una Iglesia dedicada a la Virgen de Fátima que fue inaugurada en 1.956 y consta de diversos cuerpos que van de mayor a menor en una misma línea, guardando una curiosa proporcionalidad. Está dotada de un pórtico sobre el que descansa la espadaña que alberga una sola campana manual y las naves más altas están abiertas con tejado a cuatro aguas, mientras que el pórtico y la espadaña lo son a dos.
Fuente de la Junquera. Un lugar tranquilo en plena naturaleza donde comienza el nacimiento del Río Quípar. Es un antiguo manantial de agua que proveía a la villa y a sus alrededores.
Lavadero. Muy interesante este antiguo lavadero cubierto con treinta y dos zonas de lavado. El lavadero nace como respuesta a una necesidad doméstica ancestral vinculada al sexo femenino. La exclusividad de la asistencia al sitio por parte de la mujer hacía que este espacio fuera un punto de encuentro de traspaso de información sobre el día a día. Antiguamente se consideraba espacio donde la mujer contaba con menor presión social y familiar y, por tanto, muy propicio para el encuentro entre géneros.
Como curiosidad, existe un documento en el Archivo Municipal del 27 de marzo de 1548, donde estipula en las ordenanzas municipales que “ninguna persona de ninguna calidad que sea, sean osados de día ni de noche pararse en los lavaderos y hornos a mirar a las mujeres que estén lavando o cociendo…e quien lo haga caiga en pena de tres reales…e además de la dicha pena estén tres días en la cárcel. E lo mandaron pregonar públicamente en la plaza e cerca de los dichos lavaderos”.
Ermita de San Isidro Labrador de Poyos de Celda. Este lugar situado en La Capellanía es muy recomendable tanto por las vistas, como por su historia. Desde aquí además, se pueden contemplar las ruinas del Castillo árabe al que solo se puede llegar a pie.
Como curiosidad, este año los vecinos de Los Royos y El Moralejo han recuperado la tradición festiva de celebrar la Romería de San Isidro Labrador a la Ermita, costumbre en torno al patrón de los agricultores, que se perdió a mediados del pasado siglo.
Torre Girón. A principios del siglo XVI se funda la Torre Girón, que contaba con planta baja, dos cuerpos superiores y cubierta a cuatro aguas. Junto a la Torre se hallaban otras viviendas más bajas y una tapia que cerraba un circuito a cielo abierto. Este cortijo declarado BIC (Bien de Interés Cultural) está ubicado entre campos de cereales, donde también podréis ver a su paso, unas preciosas encimas milenarias.
¿Qué hacer?
Agroturismo. Alojarse en una casa rural siempre supone un relajante contacto con la naturaleza. En las cercanías del poblado de Los Royos y sus alrededores podrás encontrar alojamientos donde vivir experiencias como visitar antiguas bodegas, pasear por los campos, descubrir a sus cabras y corderos en su entorno… Es una oportunidad para vivir una experiencia gratificante, pensada para conocer la cultura local de la zona y muy divertida para los más pequeños.
Rutas de senderismo. Una bonita ruta circular bordeando La Junquera es una buena opción para realizar en familia o para iniciados al senderismo. En esta época del año es imprescindible no perderse este bonito paseo, en el que podéis incluir un pícnic bajo la sombra de sus cipreses. La explosión de colores que ofrece el verde de su naturaleza no os dejará indiferentes.
¿Qué comer?
Las comidas típicas de la zona son las migas, olla de matanza, andrajos, cordero a la brasa, cabrito frito con ajos, tajadas de lomo (Lomo de Orza). También abundan los embutidos típicos, una tradición de antaño cuando la gente hacía sus matanzas en otoño para consumir durante todo el año. Entre ellos podemos degustar el salchichón, chorizo, patatera, butifarra, tocino, jamón y paletilla, entre otros.
Los huertos familiares abastecen de frutas, verduras y hortalizas de temporada, y las cabañas de ovejas y los animales de corral, proporcionan carne durante todo el año, sin olvidar los cereales, almendros y olivos que tienen un papel muy importante. También los platos de caza están presentes en esta cocina.
En Navidad se preparan dulces típicos como alfajores, suspiros, mantecados, cordiales, toñas… También tortas de manteca, de aceite, de chicharros o de garbanzos. Igualmente es tradicional preparar licor café y aguardiente para acompañar esos dulces.
