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El taller de restauración del Ayuntamiento de Cartagena continúa su labor de recuperación de los fondos de la pinacoteca municipal. El director del taller, Isidro Pérez, acaba de finalizar la restauración del retrato del comandante cartagenero Antonio Ripoll, realizado por el artista, Francisco Portela.

El concejal delegado especial de Cultura, Carlos Piñana, ha señalado que estos trabajos continúan con el objetivo del gobierno municipal de «potenciar la gran labor que se hace en el taller de restauración para poner el valor, dinificar y engradecer todo el legado artístico que tenemos para el disfrute de los cartageneros».

Debido al precario estado del soporte de la tela que presentaba la mencionada obra, el Taller Municipal de Restauración, ha procedido al re-entelado mediante técnicas reversibles, además de proceder a la limpieza químico-mecánica superficial, reintegración de la preparación y el estrato de color, finalizando con la aplicación de protección final. De esta forma la obra ha retornado a su aspecto original, según ha señalado su restaurador, Isidro Pérez «se ha tardado cerca de un mes y medio en el proceso».

BIOGRAFÍA

Cartagena (Murcia),1881. Militar y caballero Laureado de San Fernando. Fue hijo del teniente coronel de Artillería de la Armada Luis Ripoll Palau y de Micaela Sauvalle y Gil de Aballe. Ingresó en la Academia de Infantería a los catorce años, alcanzando el empleo de segundo teniente en septiembre de 1896 y siendo destinado al Regimiento de España.

En 1897 embarcó hacia Filipinas, donde participó en operaciones contra los insurrectos. A principios de agosto del año siguiente fue ascendido a primer teniente por méritos de guerra, por su destacada actuación durante los combates del sitio de Manila. El día 13 del mismo mes, al replegarse sobre la Plaza, fue herido de bala en las piernas y en la muñeca izquierda, con fractura de cúbito y radio, por lo que se le tuvo que amputar el antebrazo por su tercio medio, regresando a la Península como inválido, con el empleo de capitán conseguido también por méritos de guerra.

Tras solicitar permanecer en servicio activo y concedérsele, hizo que le colocaran una mano de aluminio, que llevaba siempre enguantada.

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