El cantaor cartagenero Curro Piñana es una figura que representa el arte flamenco en todo el mundo, pero su labor flamenca no es exclusívamente artística, también es profesor y un gran estudioso del flamenco al que le apasiona transmitir todos sus conocimientos y experiencias.
Viene de una familia de artistas ¿siempre tuvo claro que quería ser artista y seguir los pasos de su padre y abuelo? ¿qué aprendió de ellos?
No, la verdad es que surgió de una manera casi fortuita. Era muy pequeño, tenía tan solo siete años. Algún día os contaré cómo me descubrieron. Con el paso de los años sí que entendí que mi camino estaba fuertemente ligado y de manera inexorable a la historia familiar volcada a la conservación y divulgación de los llamados “Cantes Mineros”.
Su trayectoria y repertorio es muy amplio ¿se considera un cantaor inquieto?
Sin lugar a dudas. Forma parte de mi manera de ser. Siempre he sido una persona con una necesidad vital de buscar nuevas formas de expresión y el flamenco me ha brindado esa magnífica oportunidad de hacerlo.
Son innumerables los proyectos en los que se ha embarcado a lo largo de su trayectoria. ¿En qué proyectos anda actualmente y con qué vistas a un futuro?
Desde hace muchos años vivo volcado en mi faceta como docente. Es algo que me llena mucho y me tiene todo el día pensando en nuevas formas de transmitir todo aquello que yo he aprendido de diferentes maneras. Todas ellas alejadas del punto de vista académico. En el terreno artístico ando rastreando en grabaciones muy antiguas para recopilar un buen repertorio clásico y darle otra nueva vuelta de tuerca. En un futuro pretendo plasmarlo en un nuevo disco.
“El cantaor no deja de ser un “actor de la voz”
Curro Piñana
¿Cómo definiría su cante? ¿A qué da más importancia: expresión, melodía, compás…?
Todo es un conjunto necesario para poder ser artista, para poder transmitir. Hay que tener en cuenta que el cantaor no deja de ser un “actor de la voz”. En ese sentido tiene que tener una muy buena formación para poder aunar todos los recursos técnicos y expresivos necesarios. Por descontado, cualquier cantaor que se precie tiene que tener “oído de tísico”, “aire”, templanza y unas buenas condiciones vocales. Con el tiempo y, solo con él, se aprende a poner la técnica al absoluto servicio de la expresión.
Además de cantaor, se dedica a la formación ¿cómo se siente con ambas facetas?
Como os comentaba antes, vivo entregado a mi labor docente desde hace años. Estoy muy orgulloso de haber conseguido ser el primer catedrático de música y artes escénicas en la modalidad instrumental de Cante flamenco. No olvidemos que una cosa es la docencia y otra bien distinta es subirse a un escenario. Siempre he vivido alternando ambas facetas. Es cuestión de cambiar el “chip”. Aunque yo me considero flamenco desde que me levanto hasta que me acuesto.
En los últimos años se ha impulsado la creación de un circuito de arte flamenco en la Región. ¿Cree que el flamenco está en el lugar donde se merece en la Región de Murcia? ¿Cómo valoraría la evolución de esta serie de festivales y espacios en los últimos años?
Me parece fenomenal. Cada vez hay más afición y la Región de Murcia, siendo cuna y madre de uno de los repertorios más bellos del flamenco, tiene un lugar primordial a nivel nacional.
Ganó el Festival del Cante de las Minas hace unos años, donde ya triunfó su abuelo en 1961 ¿de qué manera se siente vinculado a este festival?
Te diría que el festival está íntimamente ligado al apellido Piñana. Mi abuelo fue uno de sus precursores y dejó gran parte de su vida en ese bendito pueblo de La Unión.
¿Cuál es la meta de Curro Piñana?
Nunca he considerado que tenga que haber metas concretas. La carrera de un cantaor debe ser larga y sólida. Se hace con pequeñas paradas en un tren al que se debe estar subido, disfrutando de cada momento, cada paisaje, aprendiendo de todo el mundo, descubriendo nuevos horizontes y nunca bajarse de él en marcha.
Entrevista extraída del nº 55 de Revista Conecta, descárgala GRATIS aquí.
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