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Cuando hablamos de duelo lo relacionamos con la muerte de un ser querido, pero este proceso psicológico aparece también tras una pérdida, ausencia o abandono. Estos sucesos significan cambios importantes, por tanto, el duelo es el proceso de adaptación a dichos cambios vitales.

La dinámica de esta adaptación variará dependiendo de la vinculación emocional que tengamos con lo perdido o la persona perdida, de la naturaleza de dicha pérdida y de las herramientas de afrontamiento que tengamos. Por tanto, dicho proceso es diferente para cada persona, cada persona reacciona con las herramientas de afrontamiento de las que dispone, experimenta síntomas físicos o emocionales diferentes, como ansiedad, rabia, miedo, culpa, depresión tristeza, etc., y cada persona necesita de un tiempo diferente para completarlo.

Aunque es difícil y duro, el duelo mejora nuestras capacidades para procesos de adaptación vitales futuros. Sin embargo, si después de cierto tiempo, meses o años, la persona no ha logrado superar dicho proceso y los síntomas aún están, son más intensos o están influyendo de manera negativa en su vida diaria estaríamos hablando de “duelo patológico” o “duelo no resuelto”.

Se habla de que tiene diferentes fases, pero, al ser un proceso con tantas diferencias individuales y culturales, no todas las fases tienen que estar presentes, ni aparecer en un orden concreto, ni tener una intensidad prefijada o durar un tiempo marcado. Estas fases del duelo serían:

  • Negación: incredulidad ante el cambio, a veces inesperado. Aún no se ha procesado la noticia, por lo que podemos sufrir un bloqueo emocional.
  • Enfado: aparecen sentimientos de ira, frustración e impotencia que debemos encauzar de manera adecuada para que no se conviertan en un problema.
  • Negociación: se fantasea con la idea de poder cambiar la situación.
  • Miedo o depresión: las emociones de miedo y tristeza son muy intensas lo que demuestra que se está enfrentando el dolor.
  • Aceptación: comprensión de que no hay vuelta atrás y que nos tenemos que adaptar a nuestra nueva situación.

Si nos quedamos bloqueados en alguna fase del proceso es cuando no podemos avanzar, en este caso es muy importante la labor psicológica.

Es importante normalizar el duelo, la pérdida y las emociones desagradables que vienen con él forman parte de nuestra vida e intentar taparlas o evitarlas no nos ayudará a superarlo. Esto también incluye a los menores, su primera experiencia con un duelo es importante por lo que se debe hablar con ellos con sinceridad y explicarles las cosas de manera que ellos las entiendan, pero sin ocultar.

Nisara Psicología

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