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Toda la Región de Murcia quedó conmocionada al escuchar el pasado 16 septiembre que la voz del trovero Juan Tudela Piernas, conocido por todos como “Juan Rita”, se apagaba para siempre, a sus 108 años.

Todo en la vida tiene un principio, y Juan Rita no iba a ser menos. Autóctono de Aledo, la vida de Juan Rita, al igual que la de muchos de los nacidos en aquella época, fue muy dura en sus comienzos. Tuvo que empezar a trabajar como pastor a los 5 años, tras el fallecimiento de su padre. Según contaba, mientras estaba trabajando oía pasar a la Cuadrilla de Aledo, que en aquel entonces iba por el campo pidiendo de casa en casa las ánimas, (una limosna para la iglesia). Al ver la cuadrilla pasar con el guión improvisando, Juan Rita quedó tan fascinado que empezó a probar a hacer sus primeros trovos. Allí, en un campo rodeado de ovejas, fue donde comenzó todo.

El apodo de “Juan Rita”, según contó en multitud de ocasiones, viene por parte de su abuelo paterno, el cual también era pastor, y cuando una oveja paría y el borrego no encontraba a la madre, lo cogía y empezaba a gritar “rita, rita, rita,…” para llamar a la madre. Esta curiosa manera de llamar a las ovejas también la hacía cuando había que ahijar a un borrego con otra oveja para amamantarlo. Desde pequeño empezaron a llamarlo cariñosamente “Rita”, hasta el punto de ser más conocido por su apodo que por su nombre real.

Sus inicios en las cuadrillas fue con la Cuadrilla de Torrevilla, una pequeña pedanía de Lorca, a la que fue Juan Rita en dos o tres ocasiones. Estuvo colaborando ocasionalmente con la Cuadrilla de Aledo, hasta que en los años 70 entró como miembro estable.

Sería imposible enumerar la cantidad de actuaciones, encuentros y trovos que ha hecho Juan Rita con su cuadrilla, llegando a visitar lugares fuera incluso de la geografía española, como cuando tuvo que actuar en Francia ante un público abarrotado, momento en el cual Juan Rita aseguró que le puso muy nervioso.

Casi sin quererlo y apenas sabiendo escribir y leer, Juan Rita consiguió formar parte de la historia murciana y de su cultura, haciendo llegar el arte del trovo desde los más mayores hasta los más pequeños, y ayudando a que esta tradición centenaria quede inmortalizada para siempre. A pesar de todo lo vivido, por lo que más será recordado era por su buen humor, que conseguía contagiar a todo aquel que se estuviera a su lado. Incluso cuando su avanzada edad ya no le dejaba valerse por si mismo, siempre tenía hueco para una copla guasona o para una sonrisa.

Él decía que prefería que lo llamasen de “tú”, así que… nunca te olvidaremos Tío Juan.

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