Nieves Sánchez Ramírez (Psicóloga)
Artículo extraído del Nº 29 de Revista Conecta. Descárgalo GRATIS aquí.
Las palabras sirven para comunicarnos, para expresarnos, para dar un significado a lo que nos rodea y para crear cosas hermosas.
Las palabras tienen la capacidad de provocar en nosotros miles de emociones, algunas veces agradables y otras no tanto, y es que las palabras son un arma de doble filo.
Es cierto que muchas veces podemos utilizar alguna palabra inadecuada sin intención, somos humanos y tenemos derecho a equivocarnos, pero tenemos que ser consciente de que igual que pueden arreglar un día no demasiado bueno también puede hacer daño.
Las utilizamos para etiquetar, cuando describimos a una persona con un adjetivo, cuando damos por hecho que eso es lo que la define y eclipsamos el resto de características que también forman parte de ella, esas palabras van a marcar la conducta, los pensamientos y la autoestima de esa persona.
Las utilizamos para mandar mensajes negativos, para recalcar lo que los demás hacen mal y lo que no nos gusta de ellos, en lugar de utilizarlas de manera amable para cambiar precisamente lo que no nos gusta con la comunicación asertiva, una asignatura pendiente en nuestra sociedad.
¿No sería mejor utilizar esta gran capacidad de comunicación que tenemos para ser constructivos y no destructivos?
Y el peor uso que podemos hacer de las palabras es cuando cargamos contra nosotros mismos utilizando nuestro dialogo interno. A todos los mensajes negativos que podemos recibir de los demás añadimos, además, los que tenemos hacía nosotros mismos. Está bien ser autocríticos y reconocer y arreglar las cosas cuando nos hemos equivocado, pero también debemos aprender a ser nuestra principal fuente de apoyo, de dialogo constructivo, de ánimo y positividad.
¿Qué hay de malo en decirte a ti mismo/a que has hecho algo bien?
¿Qué hay de malo en felicitarte a ti mismo/a cuando has conseguido, con tu esfuerzo, algo que deseabas?
¿Qué hay de malo en recordarte que puedes fallar e intentar solucionar los fallos?
La dirección que marque nuestro dialogo interno, hacia lo positivo o hacia lo negativo, marcará nuestras conductas, nuestro ánimo, nuestras emociones y nuestras relaciones con los demás.
Me gustaría terminar recalcando el poder que tienen las palabras que utilizamos para referirnos a nosotros mismos y a los demás, en la formación de la personalidad, la autoestima y las habilidades sociales de los niños. Sin darnos cuenta algunas veces y de manera intencionada otras, estamos enseñando a nuestros niños a etiquetar y a etiquetarse y la única manera de cambiar el lenguaje futuro es cambiando el lenguaje presente.
Intentemos ser más conscientes del poder que tienen nuestras palabras.
Artículo extraído del Nº 29 de Revista Conecta. Descárgalo GRATIS aquí.