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Una de las tradiciones obligatorias durante la Navidad son los villancicos. Cantar y tocar estas populares canciones forma parte de las singularidades de cada cultura, puesto que aunque todos estos cánticos temporales tienen un punto en común, no son iguales en todas partes del mundo.

Desde el clásico “Los peces en el río”, pasando por villancicos menos conocidos como “Campanitas”, típico de las rondallas de Totana, o cánticos anglosajones como “We wish you a merry Christmas”, todos hemos escuchado y cantado alguna vez un villancico, pero poco es lo que sabemos de su origen.

Los villancicos tienen su origen en el siglo XIII, aunque su auge en España tuvo lugar los siglos XV y XVIII, dentro del gran periodo cultural que fue El Renacimiento. Posteriormente se extendió a otros lugares del mundo como Latinoamérica.

Un dato curioso es que estos cánticos, aunque son de temática religiosa y hoy en día estamos acostumbrados a escucharlos incluso dentro de las iglesias, antiguamente eran considerados profanos.

Aunque el origen de estas canciones es impreciso, algunos aseguran que el compositor de los primeros villancicos fue el Marqués de Santillana, aunque podría haber sido antes. Otros compositores notables de villancicos fueron Juan del Encina, Pedro de Escobar, Francisco Guerrero, Gaspar Fernández y Juan Gutiérrez de Padilla.

Por el siglo V, los cristianos usaban canciones a las que llamaban “Villanus” para difundir la buena nueva de Dios entre los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Estos fueron evolucionando hasta el siglo XIX, donde recibieron el nombre de villancicos por ser cantos que aluden exclusivamente al misterio de la Navidad.

Sea cual sea su origen, los villancicos forman ya parte de la cultura y la tradición de cada país y de cada hogar. Nos traen nostalgia, nos aportan esa felicidad y ese sentimiento que provoca la Navidad.

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